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ESQUIVEL DESDE EL AIRE Y DESDE EL CORAZÓN

Mientras estudias la carrera de arquitectura, te inundan con referencias: edificios que han pasado a la historia, ejemplos de buena construcción, paradigmas urbanos que marcaron una época… Y cuando tienes la oportunidad de visitar alguno de ellos es cuando comprendes muchos de los elogios que recibieron en su día.

La semana pasada tuvimos la suerte de volver a uno de los pueblos de colonización que proyectó Alejandro de la Sota en Sevilla y nos dimos cuenta de una cosa. No es lo mismo conocer Esquivel a partir de los planos o las fotografías que hacerlo recorriendo sus calles llenas de vida. Escuchar cómo sus habitantes cuentan lo orgullosos que se sienten de su pedanía y lo felices que han crecido allí, es algo que no tiene precio.

Porque después de casi 70 años, siguen recibiendo visitas de arquitectos y todavía se emocionan cuando hablan del lugar que los vio nacer. Porque el pueblo se encuentra impecable, limpio, sin pintadas en sus muros… Como nuevo a estrenar. Porque su diseño, gracias a la gran plaza central y las de menor tamaño en el interior, facilita la convivencia y cohesiona a toda la comunidad. Y porque, en definitiva, el buen urbanismo debe ir siempre de la mano de una buena arquitectura, pensada con inteligencia, humildad y destinada a quienes la habitan y, sobre todo, a quienes la habitarán.

Como decía Don Alejandro, “La importancia de la arquitectura no es otra que la del ambiente que crea. Un ambiente es conformador de conductas”.

Gracias una vez más, esquiveleños, por abrirnos las puertas de vuestro hogar.

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