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—EL SOL, LA CAL Y LA SAL—

En 1955 se instalaron los primeros colonos de Esquivel. Casi 70 años después, regresamos al poblado que proyectó Alejandro de la Sota en la provincia de Sevilla, en una jornada cultural organizada por los vecinos.

Lo más bonito de la visita fue comprobar el enfoque que tienen del pueblo sus propios habitantes, el respeto a la vida rural y el cariño que se tienen como comunidad. Don Alejandro siempre decía que «La importancia de la arquitectura no es otra que la del ambiente que crea. Un ambiente es conformador de conductas». Y esta filosofía se transmite a la perfección en Esquivel. Tanto la arquitectura como el urbanismo inciden directamente en la vida de sus habitantes. Y el discurso en primera persona del que nos hablan sus vecinos tiene el valor de ser contado desde la propia experiencia.

El diseño de las viviendas particulares y el de los espacios públicos tenía un cometido. Y ese es precisamente el ambiente que se respira cuando visitas el poblado: paz y tranquilidad. Y cercanía. Y complicidad. Los pobladores de Esquivel son una gran familia que camina en la misma dirección. Estos principios que inspiraron el proyecto inicial siguen siendo actuales y necesarios en nuestra sociedad y todavía pueden inspirar a quienes se encargan de diseñar espacios habitables y ciudades.

Desde la Fundación Alejandro de la Sota nos gustaría agradecer tanto a la Asociación Surarte, la Diputación de Sevilla y el Ayuntamiento de Alcalá del Río, como a todos los asistentes a la jornada de puertas abiertas su participación, así como al COAS (Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla) y el IAPH (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico). Y sobre todo a Laureano Carbonell y los vecinos de Esquivel, por abrirnos las puertas de sus hogares y contarnos de primera mano cómo conviven en comunidad.

· Puedes ver aquí el VÍDEO

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