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LA CASA GUZMÁN HA SIDO DEMOLIDA

Casa Guzmán (1972). Archivo Fundación Alejandro de la Sota

Sentimos empezar el año 2017 dando la malísima noticia de que la Casa Guzmán de Alejandro de la Sota ha sido demolida para ser sustituida por una nueva vivienda. Nuevamente, la arquitectura contemporánea sufre de la falta de cultura, de la falta de sensibilidad, la falta de protección y el fallo en cadena de la profesión, fruto de la desidia que se ampara en lo que es legal. La Casa Guzmán ha sido hasta hoy una obra de referencia de la arquitectura contemporánea española desde que Alejandro de la Sota la construyó en la década de los setenta del pasado siglo para Enrique Guzmán en la urbanización Santo Domingo. Sin embargo, nada ni nadie ha impedido que su descendiente haya podido tomar la decisión de sustituirla por otra cosa. Es el concepto de lo mío es mío y hago con ello lo que quiero. En Arquitectura, a diferencia de otras Artes esto es lo normal. Nadie se imagina que un heredero pueda destruir un cuadro o una escultura, quemar el manuscrito de un escritor. Nadie lo puede imaginar y tendría enfrente, además del peso de la ley, el escándalo de la sociedad. En la Arquitectura, sin embargo, es posible y ocurre en demasiadas ocasiones. Tiempo tendremos para entre todos tomar consciencia del valor de este proyecto en la historia reciente de la arquitectura española pero, desde su construcción, ha sido una referencia visitada, estudiada, publicada, disfrutada por generaciones de arquitectos de todo el mundo. Disfrutada, también y el primero, por Enrique Guzmán, su propietario y el que realizó el encargo a Alejandro de la Sota, un propietario orgulloso de recibir durante estos cuarenta años a cientos de estudiantes que se acercaban a contemplar su vivienda. En más de una ocasión nos contaba anécdotas de estas visitas, como la de un arquitecto suizo que le reconvino por hacer una reforma en las habitaciones interiores: “se conocía mejor el proyecto original que yo mismo” nos decía.

Una cadena de desinterés, de inconsciencia, de desidia también, ha dejado la suerte de esta obra de arquitectura en manos de los que no aman la arquitectura, sin que nadie ni nada la defendiese, que pelease por su conservación. Ha habido un arquitecto que no ha tenido empacho en participar en su destrucción para construir su propio proyecto en ese “nuevo solar”, cuya calidad no juzgamos porque las fotos lo hacen por sí mismas. Y ha habido un propietario –el heredero- que cuando esta Fundación se ofreció a la muerte de su padre, a ayudarle a encontrar un propietario para esa casa que pusiera en valor y se sintiese privilegiado por poseer esa obra, que la restaurase y la conservarse, ha preferido demolerla para hacerse su propia tontería.

Es esta la realidad en la que el arte y especialmente la arquitectura se mueve en España. Sin duda, por supuesto, hay muchos arquitectos que aman la arquitectura, que se reconocen en sus maestros, que se saben partícipes del mismo compromiso que ellos. Pero quizás como colectivo no se hace el esfuerzo suficiente para proteger lo que tiene valor, en un ejercicio consciente de la desidia bajo el amparo de las polémicas estériles y esteticistas, bajo el imperio de la moda o lo que se lleva, bajo el falso compromiso con la nada para que nada cambie. El patrimonio común de la buena arquitectura española construida en el siglo XX -a diferencia de otros países- no goza de ninguna protección y será lentamente destruido porque entre otras cosas, hay muchos arquitectos que no creen en la necesidad de su protección y no se reflejan en esa tradición como parte de lo mejor que pueden aportar a la sociedad. Las obras de arte son un bien escaso, un bien escaso e imprescindible para la sociedad y, precisamente por eso, son un bien común que implica un compromiso común para protegerlas y disfrutarlas y transmitir sus valores a las generaciones futuras a las que enseñan una forma de actuar, una forma de ser que busca y enseña que hay opciones más allá del ruido y el negocio.

La desaparición física de la Casa Guzmán es un asunto muy serio para la arquitectura española que debe hacer reflexionar y actuar a todos los implicados, las distintas administraciones públicas, los colegios profesionales, los arquitectos que toman decisiones. .Y esperar que esto no vuelva a ocurrir. Falta cultura, falta criterio, falta compromiso, falta valentía y, consecuentemente, nos falta hoy, una vez más, otra obra ejemplar de la arquitectura española. 

Link al archivo digital de Casa Guzmán:
http://archivo.alejandrodelasota.org/es/original/project/141

NOTA: La Fundación quiere agradecer a los profesores Pablo Latorre y Gonzalo García-Rosales y a sus alumnos que, en el marco de un trabajo del Área de Expresión Gráfica Arquitectónica de Departamento de Arquitectura de la Universidad de Alcalá, nos informaron de la destrucción de la Casa Guzmán. 

CASA GUZMÁN (1972)

NUEVA CONSTRUCCIÓN EN LA PARCELA

Fotografía: Laura Rivas Olmo, alumna de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá de Henares

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